miércoles, 6 de abril de 2011

Plumas en el patio.

No hay mejores recuerdos como los de chico. De repente son cosas tan raras que te preguntás si lo que viviste fue real y con suerte, mucha suerte tenés alguna prueba de que sí, fue real.

Hace muchos años yo tenía 4 años. Hace muchísimo. En esa época mi papá (Ogui) tenía un balneario en Mar del Plata. En nuestra casa vivíamos mi hermano mayor Darío (5 o 6 años tenía), mi mamá, mi papá, Yiba, nuestra perra y yo. Un día Ogui llegó a casa y nos mostró lo que sería una nueva mascota. Un pingüino, sí, uno de esos. Al parecer se desorientó y comenzó a nadar en contramano hasta llegar al balneario de mi papá y como era dócil lo trajo a vivir por unos meses a casa.

Pingui era un aparato, en casa había un ventanal enorme y se paraba horas detrás del mismo para ver televisión, calculamos que estaba acostumbrado a ver bloques enormes de color blanco y los colores vivos de la tele le llamaban la atención. Ogui le había comprado una palangana bien grande, la llenó de agua de mar y Pingui la usaba como pileta cuando se le antojaba, encima era el mimado, porque el muy fino no podía comer sobras, había que comprarle pescado fresco.

Su convivencia con nosotros era pacífica, pero no con Yiba. Imaginate ser un pastor alemán y que un pájaro que no vuela y camina como persona, te menee la cola llena de plumitas. No recuerdo que se hayan peleado, pero sí recuerdo cómo la cachorra le arrancaba algunas plumas de la cola al pobre Pingui.

Pero toda historia de amor tiene un final. Meses después de estar viviendo con nosotros, Ogui nos contó que hay un barco que sale del puerto y va hacia el sur. Y nosotros entendimos. Además de llevar mercaderías, en el barco se podían subir animales que por algún motivo no encontraron el camino al polo.

Y hay pruebas de Pingui. (En la foto, detrás de mi hermano y de mí se ve una pared con cortes horizontales. Con mi hermano, serrucho en mano, quisimos cortar la casa al medio con un serrucho, sólo conseguimos una carajeada materna) Yo soy el más chico.


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