viernes, 26 de marzo de 2010

Fórmula 1 en Paraguay!!!


Sí, así es. ¿Quién dijo que en Paraguay no se corre fórmula 1?.
Corría el año 2001 (más o menos…) cuando mi mamá (la archiconocida “Petro”) me pidió que la acompañe a un supermercado. Éste súper ahora ya no funciona más, se llamaba Tropical y estaba sobre Eusebio Ayala a escasas cuadras de la U.N.A. (Universidad Nacional de Asunción (en San Lorenzo!)). Después de comprar todo lo necesario para la semana salimos y nos subimos a la camioneta (Nisan Patrol Safari). Apenas salimos del estacionamiento, Petro se acuerda que no llevó ningún documento del auto, ni permiso de conducir, ni cédula, en síntesis, nada. Veníamos a una velocidad, disfrutando el paisaje, la brisa llegaba a nuestros rostros acariciándolos de manera suave.

A 300 metros delante nuestro, divisamos la caminera en la entrada de San Lorenzo y a los zorros parando (coimeando) a todos los vehículos. Mi querida madre siempre fue buena con las matemáticas (supo darle igual cariño a mi viejo y a nosotros, 5 hermanos varones) entonces hizo un cálculo rápido de la situación:

0 documentos + 0 guaraníes = acelerar y arrollar un zorro.

A lo lejos el zorro habrá visto que venía una camioneta, conducida lentamente por una mujer y a su lado un pendejo. El tipo, con años de trayectoria controlando (..coimeando..) vehículos habrá hecho también sus propios cálculos:

1 Camioneta + 1 mujer = 50.000 guaraníes (mínimo)

El tipo se paró en el medio de la avenida y movía su mano pidiendo que mi mamá estacione a su lado. Petro ignorando las señas, empezó a acelerar a fondo, metió quinta y ya no sentía una suave brisa, sino un fuerte viento en mi rostro. Ella me mira y dice, “No tengo ningún papel”. La velocidad se incrementaba directamente proporcional al movimiento de la manito del zorro. Entramos a San Lorenzo a unos 100km/h. Entre nuestro destino y la camioneta sólo existía un inconveniente, de unos 35 años, barriga y 165cm de estatura . El acelerador llegó a su tope y vimos cómo el terror se apoderaba de cada músculo del rostro del zorro. Metros antes de arrollarlo (ya que el tipo se puso en el medio del camino) se hizo a un lado con un movimiento rápido para una persona de su envergadura. Le pasamos a centímetros del culo, a 100km/h, pero eso sí, con caras sonrientes, a lo más pancho!

Éste zorro me demostró un par de cosas:
Me demostró que mi mamá hace excelentes cálculos, ella calculó que él se tenía que mover y así lo hizo. También me demostró que un zorro gris no es bueno para cálculos, salvo que sea para salvar su vida. Y me demostró que andar en colectivo más de 1 mes (hasta que ése zorro se olvide de lo ocurrido) vale la pena.