Bondi, 7.45hs.
Mucha gente apretada.
El chofer frena frente al Materno
infantil de San Lorenzo y sube una mujer con terrible panza, calculo que estaba
de 7 meses. Está demás decir que los asientos para mujeres embarazadas,
ancianas y personas discapacitadas estaban ocupados por 2 señores que miraban
para otro lado. La mujer con panza se paró al lado del señor que estaba hacia
el pasillo y el amable señor ni la miraba.
Bueno, por lo visto el tipo estaba “despistado”, lo miro
fijamente (sin llegar a utilizar la “mirada
del tigre”) y tenía unos 45 años, medio canoso, “kepi”, camisa medio
desabotonada y un bolso mediano con unos cables que sobresalían. Me estiro un
poco y le toco el hombro, apenas me mira le señalo a la chica que estaba parada
y le digo
-
Le podés dar el asiento a la señora embarazada.
Me mira por 2 segundos interminables, como desafiándome, se
para y le dá el asiento. El tipo queda parado al lado de ella y el buen hombre
me dedica otra mirada cargada de “No viste que estaba cómodo y no tenía
intención de darle el lugar??” A lo que respondo con una sonrisa forzada y un “Muuuchas
gracias”.
El viaje sigue tranquilo, las personas iban bajando de a
poco y el colectivo se venía vaciando como un termo un día caluroso (que
comparación pelotuda, perdón). Frente a La Recoleta, el hombre de kepi y bolsón
mediano seguía parado, el colectivo casi vacío me dejó verlo de pie a cabeza.
No leíste mal,
tampoco escribí mal, lo pude ver de pie a cabeza, al tipo le faltaba la pierna
izquierda, pero se apoyaba en una especie de pata de palo. Como que me entró un
poco de culpa, pero buee ¡que una pierna no te quite caballerosidad!