lunes, 29 de octubre de 2012

Historia del bondi


Bondi, 7.45hs.

Mucha gente apretada. 

El chofer frena frente al Materno infantil de San Lorenzo y sube una mujer con terrible panza, calculo que estaba de 7 meses. Está demás decir que los asientos para mujeres embarazadas, ancianas y personas discapacitadas estaban ocupados por 2 señores que miraban para otro lado. La mujer con panza se paró al lado del señor que estaba hacia el pasillo y el amable señor ni la miraba.

Bueno, por lo visto el tipo estaba “despistado”, lo miro fijamente (sin llegar  a utilizar la “mirada del tigre”) y tenía unos 45 años, medio canoso, “kepi”, camisa medio desabotonada y un bolso mediano con unos cables que sobresalían. Me estiro un poco y le toco el hombro, apenas me mira le señalo a la chica que estaba parada y le digo


-          Le podés dar el asiento a la señora embarazada.

Me mira por 2 segundos interminables, como desafiándome, se para y le dá el asiento. El tipo queda parado al lado de ella y el buen hombre me dedica otra mirada cargada de “No viste que estaba cómodo y no tenía intención de darle el lugar??” A lo que respondo con una sonrisa forzada y un “Muuuchas gracias”.

El viaje sigue tranquilo, las personas iban bajando de a poco y el colectivo se venía vaciando como un termo un día caluroso (que comparación pelotuda, perdón). Frente a La Recoleta, el hombre de kepi y bolsón mediano seguía parado, el colectivo casi vacío me dejó verlo de pie a cabeza.

No leíste mal, tampoco escribí mal, lo pude ver de pie a cabeza, al tipo le faltaba la pierna izquierda, pero se apoyaba en una especie de pata de palo. Como que me entró un poco de culpa, pero buee ¡que una pierna no te quite caballerosidad!